Hace unos días se murió el gordo Porcel. Nunca fue un actor de mi preferencia, si he visto la mayoría de sus películas fue porque a fines de la década del 80, en mi casa no había cable (no recuerdo si en otras más pudentes había, en la mía no) y los domingos al mediodía había que pasarlos como sea, entonces papá ponía el viejo canal 11 y allí aparecía el gordo, acompañado siempre por Olmedo. Y a las noches, pasaban las películas con estos mismos actores pero un poco más subiditas de tono (para la época). No podía entender cómo Susana Romero, Susana Gimenez, Moria Casán y demás gatos de esa época morían de amor por el gordo y se tiraban encima de tanta carrrrrne, llenas de voluptuosidad y lujuria (sí, para la época). después se mató Olmedo y el gordo se envolvió en una nube mística y se fue al país del norte a predicar andá a saber qué y se olvidó de todos nosotros.
Este post no es precisamente un homenaje a él, sino a esas tardes y noches de domingo que pasábamos con mi papá.
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